Gobiernos de España 0 – Generalidad & Cia 4
Hola:
Hace cerca de 40 años que nuestros representantes políticos, la inmensa mayoría de ellos, concluyeron que había que descentralizar el Estado, con la ilusoria teoría de acercar la administración al ciudadano. En la coyuntura del momento la idea no parecía descabellada, más bien todo lo contrario; la medida se entendía acertada e incluso necesaria. La bondad a diferencia de la maldad es sumamente ingenua y no precisa padrino.
En esos años de borrachera democrática pocas fueron las voces que se alzaron pregonando su disidencia con tal proceder. No eran tiempos propicios para discrepar, ni tan siquiera para poner en cuestión si el barco debía moderar los nudos de velocidad o variar en algo los grados de su rumbo. Lo previsto había que hacerlo y se hizo.
Comenzaba un partido de destroy-boll entre el gobierno de turno y los gerentes de los territorios, periféricos o no
Aquellos políticos, de uno y otro lado, en su mayoría bien instruidos en letras y ciencias, resultaron ser unos ignorantes en Historia. Y la descentralización del Estado no fue tal; se iniciaba así la desnaturalización del país. Se empezaban a gestar naciones y estados paralelos, con el campanilleo constante de un hecho diferencial, irreal e imaginario, pero que a fuerza de iteración debía convertirse en realidad.
Comenzaba un partido de destroy-boll entre el dueño del estadio, gobierno de turno, y los otros contrincantes, los gerentes de los territorios, periféricos o no. El riesgo está medido, debía pensar el primero; el partido se juega en casa y, además, el árbitro, pues ese…, lo nombraremos nosotros. Conviene advertir que las mentes cortas creen que la gran mayoría de encuentros que se juegan en casa se ganan. En su necedad no entienden que el estadio puede llenarse de forofos del rival, haciendo inútil el factor campo. Y sabiéndolo así, los rivales empezaron a crear sus hinchadas.
De esto último, los garantes ni se enteraban. Es más, candorosamente fueron facilitando a los contrincantes el mecanismo necesario para el adiestramiento de la muchedumbre, sin advertir que los gentíos, una vez catequizados convenientemente, son disciplinados con el institutor y alérgicos a la autenticidad evidenciada.
¿Qué demonios es eso de descentralizar la enseñanza? Pues eso, desnaturalizar un país
El Estado siempre ha sido reacio a dejar la enseñanza, la educación, la instrucción, llámese como se quiera, en manos ajenas. Si uno revisa la historia y mira a su alrededor se da cuenta de tal aserto. Hasta los países con estamento federal mantienen centralizados los fundamentos educativos, dejando exclusivamente en manos de los estados que componen la federación la mera gestión, siempre supervisada. Luego, cuesta creer que este hecho, tan complejo como simple, fuera abordado con negligencia tan supina, resultando ser una de las primeras concesiones hechas desde el afán descentralizador.
Preguntémonos ahora, ¿qué demonios es eso de descentralizar la enseñanza? Pues eso, desnaturalizar un país.
Tras el primer gol en propia puerta, se podía haber intentado remediar en algo la situación. Pero lejos de ello, cual ciego que se precia de distinguir colores, se fue cediendo a las perversas pretensiones de los adversarios, que sólo trataban de acrecentar su hinchada. Una hinchada, alucinada de odio, cuya única finalidad es arrasar y destruir al rival, en suma eliminar a este.
No sé si el resultado actual del partido es el que pregona el título. Lo que seguro sé, es que el encuentro se está perdiendo por goleada. Cierto que el partido todavía no ha finalizado, pero la ventaja de los combinados perimetrales es de vergüenza. Nuestros ilustres mandatarios se equivocaron y se siguen equivocando. Sus previsiones han fallado y el famoso partido a jugar en casa se pierde. Se ha jugado a la defensiva, el balón no ha pasado de medio campo y apenas ha estado en posesión del equipo dueño del estadio.
Una sucesión de rondos pone de manifiesto la superioridad de los aviesos visitantes, falaces, faltos de lealtad, aupados en la ilegalidad y que para colmo se ríen del árbitro. Si, aquel que supuestos estadistas preciaban nombrar.
Estos de ahora que presumen de sociólogos, pero que carecen de psicólogo, deberían a su vez tener competencia en marketing
Los próximos minutos de este partido no vislumbran que el marcador pueda variar. El actual equipo técnico local, a diferencia del visitante, es incapaz de insuflar en el grupo un ápice de moral de victoria. Los otros les dan mil patadas en esto de unir y levantar pasiones.
¡Si cuando menos los que juraron defender la unidad dispusieran de iguales aptitudes!
Estos de ahora que presumen de sociólogos, pero que carecen de psicólogo, deberían a su vez tener competencia, por lo menos algo, en marketing y en ventas. Entenderían que las cosas no se venden por si solas, ni tan siquiera por ser mejores; que el valor de las cosas no guarda relación con el precio a pagar; que el precio va en consonancia con el placer que se espera, sea real o ilusorio. Buscarían buenos publicistas, ellos los tienen; que transformen la aspereza en dulzura, que muestren la belleza de la fealdad, que agrupen dificultades para revelar futuras comodidades, que pongan el infinito a tu alcance. Reclutarían buenos vendedores, ellos los tienen; que ilusionen y no frustren, que persuadan y no desanimen, que indaguen la ilusión para convertirla en necesidad, que engarcen mejor tres argumentos de peso que infinidad de razones, que..; que los sermones y mítines poco venden.
Cualquier persona docta en la materia, y hay muchas, podría asesorarles; incluso alguno de mis jóvenes alumnos, que instruí en esta materia, podría servirles.
Saludos.
T.McARRON