TRES COSAS DE CASA Y DOS DE FUERA


Para nosotros como para la mayoría de países, en particular los latinos, la semana comienza en lunes. Es el primer día laborable de la semana. Aunque este es un lunes diferente. Un lunes de esos raros que queda entre fiestas, y que para muchos supone un puente que alivia del trabajo y ofrece la posibilidad de disfrutar aprovechando el tiempo libre. Curiosa paradoja que hace que el mundo del trabajo se solidarice con el de la inactividad, cuando el intolerable paro merma el disfrute de esto último.


En todo caso, aprovechando este momento de quietud laboral me decido a escribir sobre cinco asuntos producidos este fin de semana. Tres de carácter doméstico y otros dos allende de nuestras fronteras. Empezaré por los de fuera, por entender su mayor preponderancia y también porque son menos.


La primera, para mí la noticia, radica en Venezuela. La victoria por mayoría de la oposición venezolana en las elecciones al parlamento nacional representa un punto de inflexión. Considero que lo sucedido allí es de tal relevancia que marcará el comienzo de un nuevo escenario, con influencia no sólo a nivel interno, sino en todo el ámbito suramericano. Nada puede y debe seguir igual en Venezuela. Las cosas pintan bien en un cambio hacia la libertad. Espero que así sea y me alegraré por ello.


La victoria por mayoría de la oposición venezolana en las elecciones al parlamento nacional representa un punto de inflexión


Pienso que todo lo acaecido no es ajeno a lo ocurrido hace unos cuantos meses en Cuba, y lo reciente en Argentina. Los alisios soplan con fuerza. ¡A ver si se llevan toda la inmundicia! Cierto que quedan muchas cosas por hacer, pero el sendero está marcado y la brújula orientada. ¡Ojala no me equivoque!


La segunda, tiene que ver con la victoria del Frente Nacional en las elecciones regionales de este fin de semana en Francia. Los resultados, en este caso y bajo mi punto de vista, indican esencialmente dos cosas en sí relacionadas. La abultada abstención que tiene que ver con un cada vez mayor hartazgo de la gente hacia los partidos tradicionales –centro derecha y particularmente socialista-, que no saben resolver el gran reto que tiene hoy Francia, a la par que Europa.


Cierto que se trata de elecciones regionales –equivalentes a nuestras autonómicas-, pero los resultados obtenidos por esta formación política duplican a los de cuatro años atrás. Nadie puede negar el vuelco que esto supone, si bien el sistema de doble vuelta puede influir y alterar los resultados finales.


En todo caso, un aviso a navegantes de que algo debe cambiar en Europa. Para bien o para mal Francia siempre ha sido la promotora de los grandes cambios en el viejo continente. ¡Cuán diferente la sensatez unas veces y la osadía otras, del vecino con respecto a nosotros!


...los resultados obtenidos por el Frente Nacional duplican a los de cuatro años atrás. Nadie puede negar el vuelco que esto supone, si bien el sistema de doble vuelta puede influir y alterar los resultados finales.


Voy ahora con las cosas de casa y, a diferencia de lo referido fuera de aquí, obviaré lo político. Esto para otra ocasión.


Como primera cuestión me referiré a un ministro eclesiástico, catalán para más señas, el cardenal arzobispo Lluis Martínez Sistach, muy terrenal y poco espiritual él. Lo primero por su inmensa afección al terruño, y posiblemente a otros bienes materiales. Lo segundo por su poca consagración y escasa capacidad para atraer siervos al servicio evangelizador y almas a las iglesias de su congregación y jurisdicción.


Curioso personaje que ha vaciado los templos catalanes de feligreses por un afán de servilismo al poder establecido, tal vez auspiciado por el temor a no representar adecuadamente el catalanismo que se sugiere desde las altas instancias, esas que riegan o secan los cepillos. Que un alto representante de la Iglesia diga sobre Pujol, el auto-proclamado honorable: “ha sido un referente para Cataluña y también de honestidad”, certifica la bajeza a la que ha llegado este individuo, y por ende todo el clero catalán. Tan bajo ha caído que ha vendido su alma al separatismo, sin importarle que muchos catalanes queden huérfanos de su magisterio. Con ese actuar, que olvida la misión espiritual a la que se debe, no es extraño ver como se lacera, si cabe más, el ya maltrecho catolicismo.


La segunda anécdota casera a la que me voy a referir es al espectáculo llamado Ozom, que se representa estos días en el teatro Condal de Barcelona. Una sesión de magia de hora y media de duración, conducida por el mago Josep Maria Lari. A ella acudimos, junto con otra pareja y buenos amigos, el pasado sábado.


Que un personaje como este diga sobre Pujol, el auto-proclamado honorable: “ha sido un referente para Cataluña y también de honestidad”, certifica la ruindad del ser humano.


El espectáculo en sí mismo puede resultar atractivo para los amantes de este tipo de género. Adecuado decorado, buenos efectos sonoros e iluminación, con aceptables números de magia, que me sugieren que el precio del jubón es alto para el calor que ofrece. Aunque esta apreciación es meramente subjetiva. Hasta ahí todo es discutible y como bien se dice, colores los hay para todos los gustos. Los he visto mejores, peores y viceversa.


Lo que me parece remarcable por supuestamente mejorable, son la media docena de tonterías a modo de chiste que una voz en off enuncia antes de comenzar el entretenimiento. Mejor los hubiera callado, tanto por lo burdo y aldeano, como por lo impertinente que puede resultar a algunos oídos. Asimismo, e importándome un pífano la tendencia sexual del mago, entiendo que no es acertado alardear de ello públicamente, con bandera de arco iris por medio. Yo no lo hago de mis preferencias, entre otras cosas porque no queda bien. Y porque entiendo que esto pertenece a la esfera privada, por lo que ello no debe trascender más allá de allegados. Y por último, creo que también sobra la inquina anticlerical. No tanto por la representación curial de uno de los números, sino por la sempiterna presencia de la cofia monjil. Espero que no se moleste el mago.


La tercera y última cuestión de casa tiene que ver con Movistar, la otrora Telefónica. Toda una odisea hacer llegar el motivo de una avería si difiere de lo que previamente tiene establecido una máquina. Si el motivo del desperfecto es diferente al propuesto por la voz enlatada, porque así lo ha establecido el pensante de sillón, tiene uno difícil solucionar el problema. Cuento lo sucedido con ánimo constructivo.


La tercera y última cuestión de casa tiene que ver con Movistar, la otrora Telefónica. Toda una odisea hacer llegar el motivo de una avería si difiere de lo que previamente tiene establecido una máquina.


Mi padre, persona mayor, cliente por inercia de esta compañía, me comenta que no puede llamarme porque el teléfono no funciona bien. El teléfono recibe llamadas, pero no puede hacerlas. Compruebo que el inconveniente es debido a que el aparato tiene un problema en el teclado y algunas teclas no activan correctamente el número pulsado. El contrato de línea incluye una cantidad a modo de mantenimiento o alquiler del aparato. Conocida la pega, intento ponerme en contacto con averías para notificar el asunto y ahí comienza y acaba una aventura imposible de entender por un sistema que no contempla este tipo de desperfectos.


Además de la dificultad que entraña, incluso para personas que no somos ajenas a la evolución tecnológica solventar esta situación, pregunto a estos señores de grueso cerebro que cavilan desde la ineptitud: ¿no se les ocurre pensar en que hay gente de cierta edad incapaz de enfrentarse a este formulismo impersonal? He de decir que gracias a la profesionalidad, efectividad y generosidad de una operadora del servicio de atención al cliente, que se tomó el problema como suyo, este se ha resuelto hoy. Esto último lo digo en favor de esas personas que desde el anonimato, maltratadas por empresas subcontratantes en lo laboral y en lo económico, tienen la bondad de ayudar a otros.



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