Hola:
Desde hace tiempo venimos oyendo que Finlandia posee, si no el mejor, uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Los informes PISA así lo han ido revelando a lo largo de los últimos 15 años. Sin entrar en las peculiaridades y mecánica de este tipo de informe, alabado por muchos y discutido por pocos, lo cierto es que sirve como medida evaluativa. También para valorar el conocimiento del alumnado, así como las bondades y miserias de los sistemas educativos de cada uno de los países que participan en él.
Pues bien, el pasado día 1 de diciembre, percibí una noticia publicada en www.bbc.com en la que se podía leer que Finlandia preparaba un cambio radical en su método de enseñanza. Una variación, con ánimo de mejora, que establecía la abolición de las distintas materias educativas, entendido esto como la ausencia de temario en las mismas.
Este nuevo sistema, conocido como phenomenon learning, y que podría traducirse literalmente como “aprendizaje del fenómeno”, ofrece un salto cualitativo en el método de enseñanza.
A partir del próximo curso, en 2016, se dirá adiós a las tradicionales clases que forman el arco formativo. Serán reemplazadas por proyectos educativos en los que la participación del alumno tendrá un peso sustancial. Tal como indica la noticia: “los alumnos se apropiarán del proceso de aprendizaje”.
Y por si quedara alguna duda, el gerente de educación de Helsinki, Marjo Kyllonen, concluye: “Ahora, en lugar de adquirir conocimientos aislados sobre diferentes materias, el papel de los estudiantes es activo. Ellos participan en el proceso de planificación, son investigadores y también evalúan el proceso”.
Ahora, en lugar de adquirir conocimientos aislados sobre diferentes materias, el papel de los estudiantes es activo. Ellos participan en el proceso de planificación, son investigadores y también evalúan el proceso
Se trata pues, según el responsable finlandés, “de aprender mediante la experiencia”. Bonito, ¿no? Suena bien, pero ¿a qué experiencia hace referencia?
Quiero pensar que al referirse a experiencia, debe hacerlo desde una perspectiva experimental; aprender mediante la experimentación, a través de la práctica. Es lo que dicta el sentido común, y hasta ahí pudiera haber una mayoría que estuviese de acuerdo.
Ahora bien, la noticia amplía la información: unos niños de cuarto grado –escolares de temprana edad– decidieron junto a su profesor trabajar acerca del fenómeno de los teléfonos inteligentes. Y añade: “Dijeron que les gustaría saber sobre la historia del desarrollo de la telefonía”. O sea, es el alumnado quien sugiere los currículos de las asignaturas que conforman cada curso escolar. ¡Cómo si fueran versados licenciados que perciben cuáles son los temas sobre los que se debe estudiar!
A todo lo anterior, se suma la sinrazón de que son los alumnos quienes “evalúan el proceso”, dando lugar a una curiosa “experiencia colaborativa”. Quiero interpretar que sólo evalúan el proceso y no el resultado.
Por supuesto, se han alzado voces en contra del proyecto, que dio sus primeros pasos hace un par de años, criticando la falta de control que supone para el profesorado, y su papel como mero actor secundario. Un trabajo no basado en la solemnidad de la exposición, sino en la simple mentoría del educador.
..se han alzado voces en contra del proyecto, que dio sus primeros pasos hace un par de años, criticando la falta de control que supone para el profesorado...
Modificar el sistema por éxtasis sugerida, considerando a los escolares como prácticos universitarios preparados para la investigación es un graso error. Ni la edad lo permite, ni tampoco el intelecto. Por otro lado, rebajar el trabajo instructor del profesor a mero colega participativo resulta asimismo negativo.
Incluso algunos seres irracionales necesitan observar el proceder de sus congéneres mayores para aprender. Son los adultos, aun sin pretensión educativa, los que enseñan a los nuevos. Luego, ensayado lo visto, la experiencia proporciona cualidades y se perfecciona lo aprendido inicialmente.
Desde hace tiempo, diría yo que varias décadas, se ha ido repulsando la labor del maestro en su día y la del profesor últimamente. Por el contrario, ha aumentado el protagonismo, cuando no la autoridad del alumnado en el modelo educativo, y cada vez desde más temprana edad.
Detrás de todo lo anterior cabe suponer, sin ánimo de resultar malpensado, que se pretende crear una nueva sociedad pensante, pero sin conocimiento. Lo que llevado a las últimas consecuencias pudiera acabar en un saber exclusivamente teledirigido desde un oculto pináculo. Todo ello, con la perversa intención de excluir de las conciencias el ánimo aristotélico de la ética de las virtudes.
Y con respecto a todo ello, ¿qué opinan los padres?
Saludos.
T.McARRON