Hablemos de muertos, que es la cifra menos manipulable.
Hola:
En primer lugar, quiero avisar al lector que no es intención mía cambiar las ideas que cada cual tiene respecto a esta obscura epidemia. O sea, si usted es de los que se mantiene firme a unas creencias preconcebidas, no pierda el tiempo leyendo este artículo. A buen seguro que su tiempo tiene valor y, probablemente, querrá dedicarlo a otros menesteres. Si por el contrario está abierto a leer y contrastar datos que cuestionan lo que nos cuentan los medios de comunicación, incluso la versión gubernamental, bienvenido y gracias.
Uno empieza a estar harto de que el poder nos tome el pelo. Que nos trate de forma pueril, haciéndonos creer como verdades absolutas un conglomerado de mentiras y medio verdades. Desde la aparición de esta crisis mal llamada pandemia -hasta la OMS ha dejado de usar ese término al referirse al CoVid19-, los medios de comunicación, en especial las televisiones, se han volcado en meter dentro de la mente de la población toda una serie de dogmas, que repetidos una y mil veces acaban por minar el escaso raciocinio de la población.
No voy a ser tan necio como para negar la existencia del virus, y su influencia en las muertes. Eso parece más que evidente. Sin embargo, a estas alturas, visto todo lo acaecido, se puede mantener que todas las medidas adoptadas a lo largo de esta pandemia están plagadas de insensatez e incoherencia. Haya sido hecho a propósito o por ineptitud, lo cierto es que ello sólo ha servido para modificar y cambiar nuestro modo de vida, y para llevar al país al precipicio de la quiebra.
Ahora ya no se habla de muertos, ahora toca hacerlo de infectados. Llega a tanto lo absurdo de toda esta pantomima, que el dato de infectados es idéntico en varias zonas. .
Recordemos. Lo que en un principio parecía del todo controlado, se torna incontrolable. Lo que se entendía como una simple gripe, se convierte en la mayor pandemia que ha sufrido la humanidad. La mejor asistencia sanitaria del mundo se transforma, de la noche a la mañana, en tercermundista. La innecesaria mascarilla en los momentos más críticos, se hace imprescindible cuando ya casi nadie enferma. La ineficacia de los test que abogó su carencia en los momentos más álgidos de la enfermedad, los convierte ahora en infalibles artilugios de primera necesidad. Sólo por citar algunas de las muchas incongruencias que nos han y siguen colando.
Aun así, la cosa no queda ahí. Erre que erre todos los medios de comunicación nos siguen bombardeando con los casos de contagio. Ahora ya no se habla de muertos, ahora toca hacerlo de infectados. Todo gira en torno a la cantidad de infectos. Si enciendes la maligna televisión ves cómo te hostiga con el incesante aumento de contagios. Llega a tanto lo absurdo de toda esta pantomima, que el dato de infectados es idéntico en varias zonas. Hasta ahora, si haces una búsqueda en Google con la frase “coronavirus 111” obtienes toda una serie de zonas donde el número de nuevos contagios son todos iguales a 111. V.g. Canarias, Granada, Galicia, Euskadi, La Vega Baja, Baleares, por citar algunos.
...es preciso recurrir a lo que se conoce como exceso de mortalidad, es decir, conocer el número de muertos por encima, y más allá, de lo que se hubiera esperado en condiciones “normales”
Por suerte, hoy cualquiera que quiera informarse, al margen de los medios oficiales que son la inmensa mayoría, dispone de una herramienta llamada Internet. Incluso aquel que no domina idiomas puede traducir las páginas de los diarios extranjeros. Es una forma sana, en especial para la mente, comprobar lo que sucede en otros países. Si lo hace se dará cuenta de que España es el país que peor ha gestionado este virus. Observará que prácticamente la totalidad de los países europeos han mantenido, al margen de recomendaciones gubernamentales, su rutina diaria. Los ciudadanos no han visto mermadas sus libertades. La gente elige libremente si quiere o no tragar su propio CO2. El comercio, con la excepción de Italia norte, apenas ha cerrado, y han sido mínimas las empresas que se han visto obligadas a solicitar ERTES al Estado. Y, también, observará que se producen manifestaciones, exigiendo a los gobiernos la máxima transparencia. Francia, Gran Bretaña, Austria, Alemania, etc. En esta última ya se han llevado a cabo varias, la última con gran afluencia.
Bueno, dejaré de lado la crítica, que en el fondo es algo subjetivo, y me centraré en el objetivo de este artículo. En números y datos; en la comparativa de muertes entre países. Bajo mi punto de vista, esta es la forma más precisa de comparanza, ya que los decesos es la cifra más complicada de manipular. Para esta labor es preciso recurrir a lo que se conoce como exceso de mortalidad. Es decir, conocer el número de muertos por encima, y más allá, de lo que se hubiera esperado en condiciones normales, sin la influencia de epidemias o pandemias. Para la OMS: el exceso de mortalidad es la mortalidad atribuible a las condiciones de una crisis.
Este trabajo se han llevado a cabo con los datos que ofrece la web oficial de la Unión Europea, Eurostat.
No es un método infalible, pero es el que más se utiliza y el que arroja mayor certeza. Aun no habiendo ningún tipo de crisis, existe una pequeña variabilidad en el número de personas que mueren de un año a otro. Para subsanar esa pequeña desviación se suele promediar las muertes ocurridas a lo largo de los cinco años anteriores. Pongamos un ejemplo: calcular si en el mes de enero de este año ha habido un exceso de mortalidad. Para realizar la tarea lo primero que haríamos sería anotar las muertes acaecidas ese mes. Luego promediaríamos el número de muertes en enero de los cinco años anteriores. La diferencia entre el primer dato y el segundo nos indicaría la cantidad de muertos por exceso, o bien la cantidad por defecto, caso de que el primer dato fuera inferior al segundo.
Para llevar a cabo el presente trabajo he utilizado los datos que ofrece la web oficial de la Unión Europea, Eurostat. La mecánica ha sido la siguiente. Por un lado, he promediado el número de muertes de los cinco últimos años (2015-2019) referido a las 27 primeras semanas, ligeramente por encima de los seis primeros meses. Por otro, he anotado el total de muertes, también, de las 27 primeras semanas de este 2020. Evidentemente, se podría hacer de otra manera, pero entiendo que lo más acertado es medir periodos similares. Las mediciones corresponden a un total de 15 países: España, Italia, Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Suiza, Austria, Bélgica, Portugal, Hungría y Polonia.
Los resultados obtenidos han sido los que siguen.
Comparativa absoluta. Respecto al diferencial de muertes.
Alemania | 649 |
Austria | 987 |
Bélgica | 6.317 |
Dinamarca | -337 |
España | 41.210 |
Finlandia | 405 |
Francia | 22.004 |
Holanda | 7.967 |
Hungría | -3.043 |
Italia | 35.355 |
Noruega | -499 |
Polonia | -92 |
Portugal | 2.161 |
Suecia | 4.121 |
Suiza | 498 |
Gráfico correspondiente al diferencial de muertes entre el año 2020 y el promedio de los 5 años anteriores en valor absoluto. En ambos casos, referidos los datos a las 27 primeras semanas.
Comparación relativa. Se tiene en cuenta el número de habitantes de cada uno de los países. Los datos, en forma de índice en base a 10.000 habitantes.
Alemania | 0,08 |
Austria | 1,11 |
Bélgica | 5,47 |
Dinamarca | -0,58 |
España | 8,71 |
Finlandia | 0,73 |
Francia | 3,28 |
Holanda | 4,58 |
Hungría | -3,11 |
Italia | 5,87 |
Noruega | -0,93 |
Polonia | -0,02 |
Portugal | 2,10 |
Suecia | 3,99 |
Suiza | 0,58 |
Gráfico que muestra, en índice 1/10.000, el aumento o decremento de mortalidad, comparando el año 2020 y el promedio de los 5 años anteriores, y relativo a las 27 primeras semanas de cada año.
El gráfico muestra el número de muertes totales de las primeras 27 semanas de los años 2015, 2016, 2017, 2018, 2019 y 2020, con excepción de Alemania que sólo incluye datos a partir de 2016.
El gráfico recoge las muertes promediadas de los 5 años anteriores a 2020, y las muertes de este último. En ambos casos referido todo a las 27 primeras semanas.
De este estudio cabe destacar una serie de puntos. Me referiré sólo a seis. Uno, no todos los países han padecido ni remotamente los efectos del virus. Dos, algunos países ni tan siquiera se han visto afectados. Tres, los países nórdicos, a excepción de Suecia, apenas han sufrido las secuelas del virus, algo que choca con el hecho de que son países fríos. Cuatro, por el contrario, países más cálidos como España e Italia han sido los más castigados. Cinco, el número de víctimas en países como Alemania, Austria o Suiza ha sido mínimo, a pesar de que mantuvieron prácticamente abierta su actividad empresarial y social. Seis, llama también la atención el caso de Polonia y Hungría, países que mantuvieron su modo y ritmo tradicional de vida, y donde el virus, si pasó, lo hizo de puntillas.
Al pueblo se le ha inyectado miedo. Y el miedo es una buena y eficaz arma para que el gobernante vaya más allá de lo que por ley puede.
Llegados a este punto, cabe hacerse muchas preguntas. Entre ellas: ¿qué ha pasado para que España haya registrado el mayor número de muertos, tanto en forma absoluta como relativa?, ¿en cuánto se hubiera rebajado la cifra de muertes si los ancianos de las residencias no se hubieran abandonado a su suerte? Tal vez nunca obtengamos respuesta a estas preguntas, pero lo cierto es que alguien es el máximo responsable de todo este desaguisado quilombero.
Años atrás pululaba por las barras de los bares y otros lares una máxima que decía: piensa mal y acertarás. Sin embargo, creo que en todo esto no hace falta ser mal pensado para llegar a la conclusión de que toda esta pantomima tiene una finalidad. Una finalidad que se nos escapa, pero que no es buena para la ciudadanía. Detrás de todo esto, y ahora pienso mal, hay una siniestra mano que pretende cambiar nuestros hábitos y nuestras costumbres, y que intenta llevarse por delante nuestra libertad. Vamos, tampoco hace falta ser un genio; ya lo dijo Sánchez: la nueva normalidad está ahí.
Al pueblo se le ha inyectado miedo. Y el miedo es una buena y eficaz arma para que el gobernante vaya más allá de lo que por ley puede. Hemos sido el país del mundo que más encerró a sus habitantes: se nos confinó por más de tres meses. Se nos ha impedido ejercer libremente nuestros derechos, se nos multa, nos rebajan el servicio de salud a una simple consulta telefónica, nos cierran organismos públicos, y mientras tanto se decreta y se decreta. Puede que la memoria me falle, pero no recuerdo leyes aprobadas por sus señorías en casi medio año. Una auténtica vergüenza.
...también quienes no gobiernan son responsables por acción o por omisión de todo lo sucedido.
Decía antes que todo este sinsentido tiene un responsable. Pero, la verdad es que hay que pluralizar. Porque también quienes no están en el gobierno son responsables por acción o por omisión de todo lo sucedido. Me da la sensación de que la oposición se ha mantenido en una zona de confort, esperando a ver si caía el gobierno por ineptitud. Pero lo cierto es que el gobierno sigue, indemne del todo. Tengámoslo claro, el malo hace maldades, porque no hay quien se oponga a ello. Así ha sido, y así nos ha ido.
Permítame el lector que acabe parafraseando a Jean De La Bruyère: Pobres y tristes aquellos mandatarios que piensan sólo en sí mismos. Desconocen que la responsabilidad hace crecer al eminente, y empequeñece, si cabe aún más, al vil y al insensato.
Saludos.
T.McARRON