¿SIRVE PARA ALGO LA EUROORDEN?

Europa rota



Algo que gusta a separatistas y a gobierno

 

Hola:


La reciente decisión del juez alemán de negar la extradición del fugado Puigdemont por los delitos que se le acusa en España, demuestra nuestra insignificancia en Europa. Sólo así se entiende que un juez de pueblo se haya extralimitado, tomando una decisión que escapa al principio en el que se basa, o basaba, la euroorden. ¿Hubiera actuado así, en caso de haber sido un secesionista corso el fugado y Francia el país solicitante? Que el lector responda.


Convendría recordar que la Orden de Detención Europea (ODE), conocida también como euroorden, nació a propuesta de España en 2002. El entonces ministro de Justicia, Michavila, sería el encargado de llevarla al Consejo Europeo. Se trataba de agilizar los trámites de entrega, para su procesamiento o para la ejecución de una pena, de aquellas personas huidas del país solicitante. Se excusaba cualquier intervención política y se daba exclusivo protagonismo a la autoridad judicial interestatal. De hecho, limitaba la intervención gubernamental únicamente al apoyo técnico. Surgía, pues, bajo el principio del mutuo reconocimiento de las resoluciones judiciales y, sobre todo, como manifiesta la fiscal de la Audiencia Nacional, Ángela Gómez-Rodulfo de Solís: fijada en la confianza de los unos en los otros.


Un juez aldeano se ha atrevido a retorcer el espíritu de la Orden de Detención Europea. Agarrado a la interpretación que le otorga dicha ley en cuanto a la ausencia de doble tipificación, decide que hay delitos que no tienen equiparación en su terruño.


Pienso que la anterior frase de la fiscal no es baladí. Porque, ¿qué pasa cuando la justicia del país A, no se fía de la justicia del país B? Pues que no se lleva a cabo la extradición. Así de simple. Los legos en la materia sabemos que los jueces interpretan la ley de manera singular y en muchos casos se ha de llegar a un alto tribunal para que dilucide en última instancia. O sea, en román paladíno, esto ya se veía venir. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que la euroorden sirve para poco más que “robagallinas”.


Sí, ya sé que la ley contempla motivos en los que se puede denegar la extradición. Unos son obligatorios –no es el caso que nos ocupa- y otros opcionales, entre ellos la ausencia de doble tipificación. Dicho de otra forma, unos son de obligado cumplimiento y otros no. Como dice Gómez-Rodulfo: En cualquier caso, la ausencia de este requisito configura una causa facultativa de denegación, pero no imperativa, así se desprende del propio tenor literal del precepto, que emplea el verbo "podrá". Luego, nos encontramos ante una decisión estrictamente personal e interpretable por parte del magistrado.


Si se revisa la historia de la euroorden se aprecia que son muchos los casos, y España no es una excepción, en los que la justicia de un país ha negado la extradición. Y en gran parte de ellos se han alegado motivos que van más allá del espíritu que alumbraba la ODE. Algo que nos lleva a la conclusión de que se trata de una ley con escaso recorrido y que no vale para mucho. En el fondo, una muestra más de que la Unión Europea es poco más que un club de intereses económicos, que sirve como aposento de corte a una gran cantidad de burócratas y medradores políticos.


España debe reflexionar. No puede, ni debe, permanecer inane ante un caso como este. España tendría que rebelarse y hacerse respetar. Aún hay tiempo. Sin embargo, no se hará nada. No hay intención de formular ni una triste queja.


Con todo, el caso alemán es el más grave producido hasta la fecha. Un juez aldeano se ha atrevido a retorcer el espíritu de la Orden de Detención Europea. Agarrado a la interpretación que le otorga dicha ley en cuanto a la ausencia de doble tipificación, decide que hay delitos que no tienen equiparación en su terruño. Y, con un par, deniega la extradición, poniendo en evidencia a todo el Tribunal Supremo del país solicitante.


Lo sucedido no ha sorprendido a muchos. Desde hace tiempo, el papel de España en la esfera internacional es minúsculo. Por otro lado, tampoco la Unión Europea, en su conjunto, goza de mandatarios con peso de estadista. Su ausencia ha ido componiendo un panorama de políticos de clase B, sólo obsesionados por su imagen y cartel. ¿Dónde están los auténticos líderes?, ¿acaso no los hay?, o tal vez, ¿huyen de la política como si de lepra se tratara? ¡Vaya usted a saber! Lo que parece cierto es que lo que hay es un reflejo de la sociedad. Fiel eco de una colectividad en decadencia, donde prima exclusivamente la ambición de bolsillo.


España debe reflexionar. No puede, ni debe, permanecer inane ante un caso como este. España tendría que rebelarse y hacerse respetar. Aún hay tiempo. Sin embargo, no se hará nada. No hay intención de formular ni una triste queja. Así lo ha explicitado el actual gobierno, que dice no cuestionar las medidas de cooperación judicial europeas. Y tomándonos como a tontos, con la infame excusa del respeto a las decisiones judiciales, ampara el fallo de un juzgado menor que socava nuestra soberanía y cuestiona a nuestro alto tribunal.


...recibe, sin que se le caiga la cara de vergüenza, al que hace unos meses había catalogado como supremacista, xenófobo y racista, lazo amarillo incluido. El del “no es no” parece estar ahora muy abierto a hablar de lo que sea.


Este gobierno, al igual que anteriores, nos tiene tomada la medida. Sabe que nuestra memoria es pequeña y muy corta. Y si es preciso la formateará mediante programas televisivos o con comisiones de la verdad. Sólo es cuestión de tiempo, de dejarlo pasar. Porque el tiempo se encargará de borrar la bajeza que nos han procurado nuestros socios de puticlub.


Tampoco es nada nuevo. Al gobierno de Sánchez también le abrasa el proceso independentista catalán. Pero, a diferencia del anterior, se cree con más legitimidad. Por ello, su presidente, recibe, sin que se le caiga la cara de vergüenza, al que hace unos meses había catalogado como supremacista, xenófobo y racista, lazo amarillo incluido. El del “no es no” parece estar ahora muy abierto a hablar de lo que sea.


No son tiempos para el optimismo y uno se torna malpensado. Tal vez la experiencia, esa suma de fracasos que constata el paso por la vida, le indica a uno que no anda equivocado. Que lo que pasa no ocurre por casualidad. Hagámonos una simple pregunta: ¿a quién beneficia la resolución del juez alemán? La respuesta es clara. A los separatistas y al gobierno español. Entonces, está todo dicho.


Saludos.


T.McARRON

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