CAMINANDO HACIA UNA MEDICINA DE GUERRA

medicina de guerra


La medicina de guerra es aquella que prioriza la vida de unos sobre la de otros. Y esto ya está en la mente de algunos de nuestros médicos, tal como publicaba ABC. La excusa: hay que dirigir los recursos hacia los que tienen más posibilidades de salir adelante. Luego, los primeros en abandonarse serán los más débiles. Así de duro, pero así de cierto.


¿Por qué se llama medicina de guerra? Porque los recursos se agotan y sólo queda esa terrible alternativa: elegir -triaje, lo llaman los galenos. Sin embargo, esto no es una guerra convencional. Por tanto, debería haber recursos necesarios para proteger adecuadamente, como mínimo, a un 5% de la población. Si no los hay, es que alguien no ha hecho bien su trabajo.


No podemos permitir que la medicina sea selectiva.  Nos tenemos que rebelar ante esto. Entre otras cosas por egoísmo, porque ahora serán los mayores de 80, y mañana… Mañana nunca se sabe. También por principios, porque la vida es un don que no puede estar en manos de nadie que no sea Dios. Y menos en las de unos inútiles.


...no hay que esperar a que pase la tormenta para pedir responsabilidades. Hay que hacerlo ya, entre otras cosas para que quien lo ha hecho mal no siga en su puesto.


Antes he dicho que esto no es una guerra convencional, pero lo cierto es que también existe un enemigo común al que derrotar. Ahora bien, tal como se plantea la lucha, la victoria se aprecia lejana, y además tendrá un coste tremendo. Sin mentalidad militar no se ganará, o sea es preciso actividad y no pasividad. Por poner un ejemplo: alguien piensa que en una guerra se dejaría entrar al enemigo en territorio propio. ¿Verdad que no? Sin embargo, eso es lo que está sucediendo.


Y surgen más preguntas. He aquí un par de ellas. Una, ¿cuánto hace que se tendrían que haber cerrado fronteras terrestres, marítimas y aéreas? Dos, ¿por qué no se han tomado las medidas oportunas para detectar a los infectados? Esto último no es baladí, ya que hay personas que son asintomáticas, pero no por ello dejan de transmitir la enfermedad.


Está claro que no se ha hecho bien el trabajo. Y no hay que esperar a que pase la tormenta para pedir responsabilidades. Hay que hacerlo ya, entre otras cosas para que quien lo ha hecho mal no siga en su puesto. Si queremos salir de esta bien parados de esta situación habrá que tomar muchas decisiones en caliente.


Mucha salud, compatriotas.


Leo Limiste

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