Reconozco que ayer fue un buen día para Madrid, y también para España. Me atrevería a decir que incluso para Europa. El frente popular quedó pulverizado. Tanto, que un individuo como Iglesias cogió los trastos y dijo adiós. Un adiós que no será total, hasta que desaparezca por completo el partido que creó, y él acabe en el banquillo, acusado por trapicheo, negligencia e incompetencia.
Primera reflexión.
Ayuso es la única responsable de su apoteósico triunfo. Supo lidiar con una situación complicada, y abanderó, en buena medida, el estandarte de la libertad. Que no se apropie de ello el PP, como partido, porque para nada influyeron sus siglas en la victoria de la candidata. Quien no lo quiera ver, anda muy perdido.
A Ayuso la votaron, además de los suyos, la gran mayoría de los que lo habían hecho a Ciudadanos, y también muchos socialistas que están hasta el gorro de Sánchez. Sólo así se explican los números que muestra la votación. Ayuso duplicó el porcentaje de voto de los anteriores comicios, pasando de poco más de un 22% a casi el 45%.
Es lo que tienen los auténticos líderes, se crecen en la adversidad. Y Ayuso es eso, una auténtica líder, que no se arruga a la hora de tomar decisiones. Así lo demostró, a la hora de convocar unas elecciones. Sola, sin apenas apoyo de nadie más allá de sus colaboradores, decidió y se adelantó a los acontecimientos. Sólo me cabe, desde la distancia, lanzar un ¡bravo Isabel!
Segunda reflexión.
Esta es para mí la parte amarga de la jornada. Me explicaré. A partir de ahora el papel de VOX en la Comunidad de Madrid pasará a ser meramente de comparsa. Poco, por no decir nada, influirá en la toma de decisiones del nuevo gobierno de Ayuso. Ni siquiera es necesario su voto afirmativo para que ella sea elegida como presidente de la Comunidad de Madrid. Desconozco la autonomía que tiene el PP madrileño respecto al PP nacional, pero mucho me temo que el sombrío Casado aparecerá, y dispondrá medidas de contención contra VOX. En el fondo, nada diferente de la vergonzosa imagen que proyectó en octubre pasado.
Esto que digo, lo hago apoyándome en los resultados. El bloque de izquierdas, esto es PSOE, Más Madrid y Podemos, suma un total de 58 escaños. Esto quiere decir que los 65 diputados del PP tumbarán cualquier decisión de la izquierda. El PP no necesita el voto de VOX para nada. A nadie con dos dedos de frente se le puede ocurrir que los de VOX voten en contra de la presidencia de Ayuso. Si no lo es en primera instancia por mayoría absoluta, lo será en segunda por mayoría simple, con la abstención de VOX.
Con todo, esto no sólo afectara al nombramiento de la presidente. El PP sabe que VOX no se arriesgará a votar en contra de las normas impulsadas por ellos. Y si VOX lo hace, deberá explicarlo muy bien. El PP se lo echará en cara, y le acusará de estar alineado con la izquierda. Dicho en román paladino, VOX no lo tiene fácil, tendrá que ceder en muchos casos, sin contrapartida alguna. Nadie entenderá que se oponga, si no hay una causa muy justificada. Me aventuro a decir que la abstención abundará en la Asamblea estos dos próximos años.
Hace días que venía proclamando que VOX tenía la necesidad de superar los 16 diputados, si pretendía tener peso dentro el parlamento madrileño. Vistas las cosas, es algo que los de Abascal no han sabido, o podido, explicar para que la ciudadanía lo entendiese. Estaba claro que si no era así poco pintarían sus votos, y creo que no me he equivocado. Sé de buena tinta que un número importante de votantes de derecha lo ha hecho con mentalidad de voto útil. En cualquier caso, alea iacta est; la ciudadanía ha hablado.
Tercera reflexión.
Podría resumirla en pocas palabras: Madrid no paga a traidores. Eso es lo que explica que Ciudadanos no llegara, ni por asomo, al mínimo necesario para obtener representación. Los madrileños han mandado al baúl del olvido a una formación política que ha jugado sucio. Un partido político que pudo haber sido importante, pero que se quedó prendado del egocentrismo de sus mandatarios. Primero Rivera, uno que tuvo sueños húmedos, pero dejó al partido seco. Después Arrimadas, una que, perdida en su desplante catalán, pretendía arrimarse al poder al precio que fuera.
En todo caso, lo de Ciudadanos se veía venir. A pocos ha extrañado lo sucedido. La nueva situación que se creará tras la total desaparición de Ciudadanos, plantea un escenario más lógico y beneficioso para la derecha. Ahora, ese espacio lo cubrirá el conocido y acomplejado PP, y un esperanzador VOX que no debe apartarse ni un ápice de sus principios. Porque una cosa han sido las elecciones autonómicas de Madrid, y otra muy distinta serán las generales, que espero y deseo lleguen pronto.
Leo Limiste