Cosas que empeoraron a partir de entonces.
1ª Parte. Autonomías, enseñanza, robo, corrupción. (1 de 2)
Hola:
Recuerdo muy bien aquella tarde del 23 de febrero de 1981; la hora también. A las 18:30 estaba citado, al igual que otros cinco compañeros, a una reunión que había convocado el gerente de la empresa donde yo trabajaba. Una cita en la que se nos reprendería nuestra labor, dadas las cifras de venta del año anterior muy por debajo de las esperadas.
Mientras me dirigía a las oficinas sintonizaba la radio del coche. A esas horas se transmitía la investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo. Los diputados iban a votar en segunda ronda al sucesor de Suárez. Dejé el dial fijo en Radio Barcelona y continué mi ruta. Iba bien de tiempo, faltaban 30 minutos hasta la hora de la reunión.
Llegué a las inmediaciones de las oficinas que la empresa tenía en Ronda del Guinardó, cerca de su confluencia con Castillejos. Eran las seis y veinte de la tarde, salí del coche y caminé unos 30 metros. Saludé a los otros compañeros que ya habían llegado. Las caras eran de circunstancias y había motivos. Preveíamos que nada en la empresa sería igual. La crisis se había apoderado de un sector atenazado en el tiempo y la situación financiera era sumamente complicada. En los departamentos comerciales eso siempre se traduce en nuevas condiciones laborales. Más trabajo y menos ingresos fijos. Tú eres libre de tomarlo o dejarlo.
Este año se cumple el 36 aniversario de aquel golpe fallido. El tiempo sirve para hacer valoraciones de lo sucedido, no para vaticinar lo que pudo haber sido. Me limitaré, pues, a analizar lo ocurrido tras el golpe.
Acabo aquí mi referencia a lo laboral. No creo que esto le importe al lector. Todos hemos tenido momentos complicados en nuestra trayectoria profesional. Si lo menciono es por cuanto me ayuda a recordar los hechos conocidos como “23-F”. Un acontecimiento que pudo cambiar el estado y rumbo de la cosa política y también de lo social.
Este año se cumple el 36 aniversario de aquel golpe fallido. El tiempo sirve para hacer valoraciones de lo sucedido, no para vaticinar lo que pudo haber sido. Las cosas son como son, consecuencia de nuestros actos ante un determinado hecho. Me limitaré, pues, a analizar lo ocurrido tras el golpe.
¿Qué ha sucedido en España en estos últimos 36 años? Trataré de dar respuesta a la pregunta. Un ligero repaso a los acontecimientos más importantes, ahora que la memoria aun es clara.
Antes, permítaseme hacer una mínima reseña del bienio anterior. Los asesinatos de la banda terrorista ETA legaron un total de 172 muertos en esos dos años; una crisis económica, no atajada a tiempo, cerraba empresas y dejaba asolados multitud de polígonos industriales; la alta inflación provocaba desesperación en una clase trabajadora cada vez más propensa a quedarse sin trabajo; una oposición ansiosa por llegar al poder y para lo que todo valía; unos partidos llamados nacionalistas a los que, ingenuamente, se les daba más peso institucional del que les correspondía; la excesiva prisa del poder central en traspasar competencias a las autonomías sin blindar antes las del Estado; una naciente pérdida de identidad nacional y patriótica en favor de un nacionalismo regional; el escaso apoyo que se recibía de la comunidad internacional y la nula ayuda de los franceses en la lucha contra ETA. Todo este conglomerado basta para explicar que aquellos no eran años de concordia, sino más bien de discordia, donde un sector de la sociedad no veía con buenos ojos el destino hacia donde se dirigía el país.
Todo este conglomerado basta para explicar que aquellos no eran años de concordia, sino más bien de discordia, donde un sector de la sociedad no veía con buenos ojos el destino hacia donde se dirigía el país.
Distintos círculos de poder ya habían sopesado la idea de un gobierno de concentración. Diversos problemas, en especial el terrorismo, así como el territorial que marchaba como caballo desbocado, junto al económico fijaban la atención de aquel momento. Al final, amparado por los servicios de inteligencia, se fragua un acuerdo que contemplaba un gobierno de unidad nacional; lo presidiría un militar, el general Alfonso Armada, y estaría compuesto por políticos relevantes de los principales partidos. Así, se pactó la solución “Armada”, inspirada en el golpe del general De Gaulle en 1958. Los mismos que lo propiciaban serían luego quienes acabarían con él, convirtiéndose en salvadores.
Vamos ahora con lo sucedido con posterioridad.
Primero. El problema territorial. La descentralización con visos de federación.
Al comenzar la década de los ‘80, las únicas regiones que tenían estatuto de autonomía eran Cataluña y Vascongadas. En ambos casos la participación en el referendo rondó el 60% y sólo los respaldó, aproximadamente, un 53% de la población con derecho a voto.
Este “clamor popular” de descentralización, que no supieron interpretar los políticos del momento, dio pie al llamado café para todos. Una auténtica barbaridad, visto con el paso del tiempo. De tal forma que antes del apoteósico triunfo socialista de 1982 ya disponían de estatuto autonómico 13 de las 19 comunidades actuales. De esta manera, a la velocidad del rayo, se propicia el Estado de las Autonomías y va tomando cuerpo la descentralización del poder central.
Los nuevos presidentes autonómicos se irán convirtiendo en los nuevos reyezuelos de su terruño. El reino de taifas comenzaba su andadura. Posteriormente aquellos reyezuelos se transformarían en auténticos caciques al servicio de sus intereses.
En general, todas las autonomías han tenido su abadejo. Un pájaro, en la mayoría de casos, convertido en rapaz que ha saqueado, junto a su ralea, el terreno sobre el que volaba.
El ejemplo paradigmático, que no es único, ha sido Pujol. Una persona que nunca debió llegar a la política, dada su ambición personal. Un individuo que ya demostró su catadura como banquero; un sujeto a quien los socialistas del momento decidieron dejar libre; un alcantarillero especializado en navegar por las cloacas del Estado; un personaje que llegó a ser español del año por la estolidez de un periodista; un defraudador auto-inculpado.
Segundo. La educación. Tantas leyes como fracasos.
El año 1980 el gobierno de la UCD aprobó la LOECE, una ley que por unas cosas y otras nunca entró en vigor. En 1985, con un PSOE en mayoría, se aprobaba la LODE. La nueva ley introducía como novedad la participación en la enseñanza de la comunidad educativa. La dirección se tornaba democrática, frente a la tecnocrática que venía aplicándose. Primer golpe a la autoridad del profesorado.
Posteriormente, en 1990, también de la mano socialista, entraba en vigor la LOGSE que sustituía a la Ley General de Educación de 1970. La nueva ley era la demostración palpable del poco interés que tiene el poder en ilustrar al pueblo. Con ella desaparecían los tontos, porque el nivel de enseñanza lo marcaban ellos. Una forma de titular a todos, oscureciendo inteligencias.
En 2002, después de seis años en el poder, el PP aprobaba la LOCE, demostrando el urgente interés que tenía en cambiar la anterior ley; con tan poco recorrido que los socialistas la derogaban al llegar al poder. Después, en 2006, el gobierno de Zapatero sacaba adelante la ley sustitutoria, LOE. Florituras al margen, la nueva norma no modificaba en esencia los principios de la denostada LOGSE. Al igual que ésta, trataba el esfuerzo como mera entelequia.
Y por último, la LOMCE; aprobada en 2013 nace ajada, tanto en su espíritu como en su contenido. Abandonada por su promotor no encontró nuevo progenitor dispuesto a defenderla.
Tercero. Robo, corruptelas, malversación, prevaricación y subvenciones.
Se habla ahora mucho de corrupción, pero esta no es nueva. Ya en los primeros años de mayoría absoluta del PSOE se empezaba a jugar con el dinero de todos y como en toda diversión el objetivo es distraer. En este caso el dinero público.
El caso Rumasa (1983) fue el primer golpe de efecto y demostración de poder del nuevo gobierno socialista, que había ganado mayoritariamente las elecciones generales en octubre de 1982. El mayor grupo empresarial español del momento se expropia, curiosamente un 23 de febrero. Es un aviso a navegantes.
Pero, lo grave de este caso no es la expropiación en sí, que también, sino la forma en que luego el Estado trocea y privatiza el holding. Partes, como Galerías Preciados, se malvenden para beneficio del amigo comprador, que luego revendería a mucho mejor precio; otras, como las bancarias, quid del problema, son absorbidas a precio de saldo.
Los fondos reservados consistían en partidas cuya finalidad era la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Con el tiempo se descubriría que parte de esos fondos fueron utilizados para el enriquecimiento personal de algunos altos dirigentes y mandos de Interior, que posteriormente serían condenados.
El caso Rumasa (1983) fue el primer golpe de efecto y demostración de poder del nuevo gobierno socialista, que había ganado mayoritariamente las elecciones generales en octubre de 1982.
El caso Filesa es el primer caso conocido, juzgado y sentenciado sobre financiación irregular de un partido político. Entre los años 1988 y 1990, el PSOE a través de unas empresas creadas ad hoc, Malesa y Time-Export, se dedicó a cobrar importantes cantidades de dinero a empresas y bancos por estudios de asesoramiento nunca realizados.
Los años 1988, 1989 y la década de los ’90, en especial su primer lustro, fue un cúmulo de casos de corrupción, malversación y prevaricación a nivel estatal, autonómico y local, que sólo citaré para no extenderme en demasía. Casos como, Ave, Expo'92, Seat, Guerra, Sarasola, Urbanor, Estivill, Turiben, Ibercorp, BOE, Roldan, PSV, Casinos, Osakidetza, Urralburu, Cementerio, BFP, Gran Tibidabo, Banesto, Naseiro, Hormaechea, Sóller, Pallerols, Sanlúcar o Forcem, abrían portadas de periódicos, noticieros y tertulias de radio de la época.
La corrupción no se quedó en el siglo pasado, el nuevo siglo también ha sido testigo de ella. A los casos ERE de Andalucía y Gürtel, como bandera de los dos grandes partidos, cabe sumar otros tales que, Zarrafaya, Bolín, Sayalonga, Alzoaina, Campeón, ITV, Palau, Cambil, Porcuna, Nóos, Tarjetas Black, Palma Arena o Púnica, algunos de ellos todavía por juzgar pero con un tufillo que huele mucho a podrido.
A todo lo anterior, que no es todo, hay que añadir corrupciones que, dilatadas en el tiempo, no han tenido respuesta judicial, como es el caso del 3% de Cataluña.
También conviene recordar que a partir de 1982 las subvenciones se generalizan y se instalan como algo normal en la vida nacional. Ya no son sólo sectores productivos afectados que necesitan la ayuda del Estado. El sistema de subvenciones se extiende a infinidad de grupos públicos y privados de la sociedad, desde el campo hasta la ciudad, desde lo fértil a lo estéril, desde lo artístico a lo soez, desde lo productivo a lo ruinoso. Todo es subvencionable, ya que la medida tiene el oculto fin de comprar voluntades. Así se fragua un clientelismo político, necesario para apaciguar críticas y levantar apoyos.
Continúa... 2ª Parte. Los GAL, paro, pensiones, derechos sociales, separación de poderes, partidocracia.