La cobardía del Presidente ha acabado con él
Hola:
Tal vez sea pronto para juzgar. Tal vez las emociones obnubilan la mente. Tal vez el momento no es el adecuado. En todo caso uno no puede dejar de decir en voz alta lo que ahora piensa. Así somos las personas honestas, decimos lo que pensamos y pensamos poco lo que decimos, porque hablamos más con el corazón que con la cabeza.
Hoy se va, porque le han echado, un mal Presidente y un político cobarde. Lo primero puede que no sea del todo cierto, pero lo segundo sí. Lo bueno y malo de un personaje es la historia quien lo juzga con la templanza que da el tiempo, aunque a veces esa misma historia se deja llevar por semejanzas que hacen que lo malo lo sea menos en comparación con lo que luego llegó. En todo caso sólo hablaré de lo segundo.
Mariano Rajoy ha sido un político cobarde, o si alguien lo prefiere, no ha sido un político valiente. La valentía se demuestra con actos que se llevan a cabo por convicción, que se ejecutan incluso contra viento y marea, y que en el caso de la política pueden, incluso, acabar con la muerte política del que los lleva a cabo. Por el contrario la cobardía es inerte, es indolencia, es pura inacción. Es, en muchos casos, dejar que la suerte te acompañe y cuando no lo hace echarle la culpa de todos los males. Es, en otros, esperar a que el adversario cometa un error y se hiera a sí mismo.
Mariano Rajoy ha sido un político cobarde, o si alguien lo prefiere, no ha sido un político valiente. La valentía se demuestra con actos que se llevan a cabo por convicción, que se ejecutan incluso contra viento y marea...
Desde que llegó al poder, Rajoy nunca demostró denuedo en sus decisiones, porque la bravura no se manifiesta con los débiles sino con los fuertes. Y contra estos escondió la bandera de la valentía. Así no se hacen amigos, ¿verdad, don Mariano? Rajoy es de los que piensa que lo mejor es no hacer nada, más allá de lo estrictamente necesario. No digo esto por el hecho de conocerle personalmente. No he tenido la ocasión y, según dicen, el placer de hacerlo. Lo que menciono lo hago por lo vivido y visto a lo largo de estos más de seis años que ha estado al frente del gobierno de la Nación.
Todas las promesas electorales que podían crearle problemas las dejó en el baúl del sueño eterno. Ahí se quedó la derogación de la Ley de Memoria Histórica, la reforma de la Ley del Aborto, la reforma de la Administración del Estado, la reforma del Consejo General del Poder Judicial. Sólo por citar algunas que nada tienen que ver con la economía y que evidencian la falta de valentía de Rajoy para afrontarlas. Y eso, con una mayoría aplastante y el mayor poder territorial que haya tenido partido alguno en la España de los últimos cuarenta años.
Rajoy ha tenido la suerte de su lado hasta hoy. Desde el primer momento tuvo la habilidad de estar al lado de aquellos mecenas que poco a poco le auparon en la escalada política. Y, tal vez, más por su carácter que por su capacidad llegó el día en que el dedo del poder le señalaba como sucesor del “César”. Pero la suerte no es eterna y ya le dado la espalda. Tarde o temprano era de esperar que esto ocurriera. La cobardía es lo que tiene. Al final el enemigo siempre te gana la partida, porque aun en el supuesto de que sea débil, puede que la suerte, al igual que lo hizo contigo, esta vez se alíe con él.
Todas las promesas electorales que podían crearle problemas las dejó en el baúl del sueño eterno. Ahí se quedó la derogación de la Ley de Memoria Histórica, la reforma de la Ley del Aborto...
Si Rajoy hubiera sido un político valiente, si no hubiera tenido miedo a ejercer el poder conforme a la palabra dada, muchos de los problemas que han rodeado su mandato se habrían evitado. Pero, a diferencia de ello, el estoicismo se tornó en poquedad y el enemigo, percatado de ello, le echó todo tipo de pulsos que fue ganando una y otra vez. Es cierto que el momento en que Rajoy llegó al poder no era idílico, pero precisamente eso da más razón a mi argumento. Ante la dificultad no caben medias tintas.
Mariano Rajoy Brey ha sido responsable de todo lo acaecido en España durante los últimos seis años. Quizás no el único, pero sí el mayor responsable. Nadie que llega a tener el poder que él tuvo, puede excusarse en las tropelías de otros para exonerarse, siquiera en parte, de lo ocurrido bajo su mandato. Porque de él dependía que se aplicara la Ley, se persiguiera a los malos y se les castigase conforme a la legalidad. Para eso le votaron casi once millones de personas y para eso le pagábamos su sueldo. Pero no fue así. Y durante años se conculcaron los derechos de muchos en beneficio de unos pocos. El sabrá si sólo fue cobardía o hubo motivos espurios.
Con todo, lo peor es la herencia que nos deja y que no se limita sólo al producto de su mandato, que ya de por sí es preocupante. Hoy la solución a la mayor disensión territorial, protagonizada por los separatistas catalanes y vascos, se halla en manos de un nuevo Presidente, incapaz, iluminado, ávido de poder, elegido por una mezcolanza de individuos dispuestos a todo con tal de tocar cacho y a la que ha colaborado estrechamente la negligencia de su antecesor.
Si Rajoy hubiera sido un político valiente, si no hubiera tenido miedo a ejercer el poder conforme a la palabra dada, muchos de los problemas que han rodeado su mandato se habrían evitado.
A pesar de sus años de experiencia política. A pesar del tiempo perdido en vano. A pesar del apoyo que la mayoría le dio y le sostuvo durante tiempo. A pesar de todo, Rajoy se retira con la dignidad disipada. Tuvo la oportunidad de hacerlo con el decoro de aquellos políticos que anteponen el interés general al propio. De aquellos generales valientes, que dando todo en la batalla, saben que no la pueden ganar y antes de perderla se retiran en beneficio de la tropa.
La presunta seguridad que sirve de excusa a la inacción, la supuesta satisfacción en la que se envuelve la cobardía y el temor real que causa la lenidad, han servido como instrumentos layadores que han cavado la tumba de un mandatario que no estaba preparado para llegar al grado de estadista.
Viene al caso, y el lector me lo permitirá, que acabe este artículo con una cita del filósofo Lucio Anneo Séneca: “La mayor muestra de valentía es ver a un gran hombre luchar contra la adversidad”.
Saludos.
T.McARRON