…y no parece que tenga intención de volver.
Hola:
Antes de escribir esto he pensado detenidamente si valía la pena o no. Al fin y a la postre, ataques como el que ha sufrido Chen Xiangwei, en mayor o menor medida, se producen cada día aquí en Cataluña. Buena prueba de ello fue la ofensiva al Rey de este pasado lunes en tierras tarraconenses. Otra más. Y esto, lamentable es decirlo, llega un momento que inmuniza tu irritación, venda tus ojos, tapa tus oídos, y te convierte en mero espectador al que poco o nada le importa lo que le sucede al vecino: ¡bastante tiene uno con lo suyo!
No soy partidario de la provocación como acto reivindicativo. Pienso que hay formas más inteligentes de conseguir un objetivo. Es mi forma de pensar. Dicho lo anterior, no puedo mantenerme mudo ante la barbarie y la coacción. Por ello, he decidido escribir al respecto, aun siendo consciente de que lo que diga puede que le importe un pífano a la gran mayoría. Y lo hago, porque siempre, desde temprana edad, he sido un defensor de la libertad, como ese derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas.
Por encima de todo está la libertad. Una libertad por la que el hombre ha peleado siempre. Desde tiempos inmemoriales las personas han luchado por ser libres. Ha sido la libertad el norte que ha guiado su acción por los distintos estadios: esclavo, siervo, vasallo, súbdito y ciudadano libre. No obstante, últimamente el vocablo se ha ido prostituyendo. De tal forma, esa facultad natural que por otro lado siempre ha llenado la boca de los más intransigentes, ha acabado confundiéndose con la contravención desenfrenada de las leyes.
Puede que la libertad no exista si no hay democracia, pero el hecho de vivir en una democracia no te garantiza ser libre.
Hace tiempo que una importante parte de la población ha aceptado la manipulación del lenguaje como algo natural. Cuanto más demócratas se autoproclaman, más se les llena la boca de libertad. Quieren confundirnos haciéndonos creer que una cosa trae a la otra, pero eso es sólo de boquilla. En su mente ambas palabras forman un complejo desvarío como si de un oxímoron se tratara. Puede que la libertad no exista si no hay democracia, pero el hecho de vivir en una democracia no te garantiza ser libre. Y esto se aprecia cada vez más en España. En nuestro país hay gente que goza de libertad y otra parte que no. Es más, una parte dispone de impunidad, mientras a la otra se la culpa hasta por su pensamiento, lo que por si esclaviza sus actos.
Aquí se puede poner en la diana la figura del jefe del Estado y lanzar contra ella cualquier tipo de artefacto. Se puede quemar la foto del Rey. Hay manga ancha para apedrear a un partido legal y constitucionalista. Se silba el himno nacional y se ultraja nuestra bandera. Todo ello, y más, en pro de una supuesta libertad de expresión y de acción, sea como actitud personal o colectiva. Mientras tanto, hay otra parte de la población que debe callar sus pensamientos y sosegar sus acciones por muy legales que ambas cosas sean. Todo ello, llevado a la práctica, muestra que una parte de la ciudadanía es esclava de la otra parte. Y, lo que es peor, culpable de los males pasados, presentes y venideros.
Es el mundo al revés. Un mundo donde la misma ley concede a unos el privilegio de la libertad, mientras a otros, haciendo el mismo uso, les condena por odio.
No hace mucho tuvimos la ocasión de ver con que rapidez se detenía a una persona que se dedicaba a perder el tiempo disparando sobre las fotos de Sánchez e Iglesias, entre otros. No seré yo quien defienda la actuación de este sujeto, pero sí exijo que, con el mismo celo y la misma rapidez, se detenga a los energúmenos que han devastado el bar de un trabajador chino. Todo ello, con la excusa de que el establecimiento detentaba algún que otro símbolo según ellos franquista. ¡Qué sabrán estos berzotas quien fue Franco y lo que fue el franquismo!
Que yo sepa el dueño es una persona trabajadora, que paga sus impuestos y que tiene todo el derecho de mundo a decorar su establecimiento cual le venga en gana, todo dentro de la ley. Y que yo sepa ninguno de los vándalos, que con alevosía pintaron la fachada y destrozaron parte del mobiliario, trabaja. Ninguno paga impuestos, más bien viven a costa de los impuestos que pagamos el resto de ciudadanos, incluido el “chino facha”.
Nos rodea un constante irracionalismo. Es el mundo al revés. Un mundo donde la misma ley concede a unos el privilegio de la libertad, mientras a otros, haciendo el mismo uso, les condena por odio. Pero de todo ello, de todo lo que sucede hay un máximo responsable. Un encargado de mover el manzano para que la chusma recoja la fruta, podrida o no, y la lance contra aquellos que previamente han sido marcados como peligrosos disidentes. Porque en el fondo el poder nunca da la cara. Sus acciones las esconde en maleadas marionetas que, a modo de muñeco diabólico, se encargan de hacer la faena.
"La razón no funciona en forma automática; pensar no es un proceso mecánico; las conexiones lógicas no se hacen por instinto"
Vivimos tiempos convulsos. Tiempos en los que convendría releer por completo, y más de una vez, el extenso discurso que el personaje John Galt pronuncia en la novela “La Rebelión de Atlas”. Con permiso de su autora, mi admirada Ayn Rand, reproduzco a continuación un pequeño extracto de él: «La mente humana es la herramienta básica para la supervivencia. Al hombre le es dada la vida, no la supervivencia. Le es dado su cuerpo, no así su sustento. Le es dada su mente, no su contenido. Para mantenerse con vida, el ser humano debe actuar, y para hacerlo debe conocer la naturaleza y el propósito de sus acciones. El hombre no puede alimentarse sin conocer el alimento y la forma de obtenerlo. No puede cavar una zanja ni construir un ciclotrón sin conocer su utilidad ni los medios para lograrlo. Para mantenerse vivo, el hombre debe pensar.
Pero pensar es un acto selectivo. La clave de lo que irresponsablemente llamas 'naturaleza humana', el secreto a voces con el que convives, y sin embargo temes mencionar, es el hecho de que el hombre es un ser de conciencia volitiva. La razón no funciona en forma automática; pensar no es un proceso mecánico; las conexiones lógicas no se hacen por instinto».
Ahí lo dejo.
Saludos.
T.McARRON