LA MODERNA Y OSCURA INVASIÓN DE EUROPA



Hola:


Creerme, he meditado mucho sobre si debía escribir este artículo. No sólo por estar en contra de lo políticamente correcto, tampoco por lo que se pueda pensar acerca de mí, sino porque el tema produce miedo. Sin embargo uno no puede callar, por lo menos mientras tenga ocasión. Ya lo escribió en su momento, hace más de una década una mujer valiente, adelantada a su tiempo, activista y luchadora, prestigiosa periodista y escritora. Al igual que lo hizo ella, Oriana Fallaci, sin su maestría, pero con la mejor voluntad, no puedo por menos que hablar.


La historia nos ilustra que desde tiempo inmemorial se han producido migraciones. El hombre se ha movido siempre y ha cambiado de morada de manera repetida. La mayoría de veces por necesidad, siempre en busca de nuevas oportunidades y por lo general con ánimo integrador; esperando que la nueva tierra a la que llega le ofrezca los provechos que su anterior país le negó.


Frente a estos procesos migratorios, en su generalidad pacíficos, se muestran otros cuya finalidad es la conquista de nuevos territorios. Una conquista con afán de sumar extensión integral a un país, sin obviar los casos de expoliación patrimonial a escala individual.


Frente a estos procesos migratorios, en su generalidad pacíficos, se muestran otros cuya finalidad es la conquista de nuevos territorios.


En este último supuesto, el uso de la fuerza se hace indispensable. Es necesario utilizar las armas con el fin de desplazar al conquistado hacia otros lugares, y en ocasiones aniquilarlo. También cabe en el mejor de los casos, y así se ha dado, el sometimiento a los ideales del conquistador. Es lo que en su momento se conoció como colonización.


Antiguamente las conquistas se hacían mediante la invasión guerrera, que se apropiaba de un territorio que carecía de ejército que opusiera resistencia. En muchos de estos casos la invasión supuso un avance para la sociedad invadida del momento, tanto por lo aportado a nivel infraestructural como socio-político, dado que los invasores estaban más y mejor preparados; y dejando impronta de ello por los lugares que pasaban. España es un fiel reflejo de ello, esencialmente en su dependencia romana.


Modernamente, a partir del siglo XVII, la dominación, que también se realiza mediante el uso de las armas, cambia tanto las formas como su finalidad. La existencia de ejércitos en ambos lados preparados para ello, lo dificulta y la aventura de la toma de territorios se torna compleja, sumamente sangrienta y destructiva, tanto para vencidos como vencedores.


Llegado el siglo XX las conquistas territoriales adquieren dimensiones supranacionales. La aparición de nuevas armas complica la forma, y el objetivo inicial que espolea el conflicto se altera dando lugar a finales inesperados por las partes, a la par que dejan huella, en muchos casos, de la inutilidad de la batalla.


No es una barbaridad aseverar que somos objetivo de un enemigo enmascarado que nos quiere destruir, como pueblo, como civilización y como personas libres.


Europa ha sido durante mucho tiempo testigo de las guerras sufridas en sus propias carnes. Las dos últimas contiendas mundiales dan fe de la barbarie aniquiladora del ser humano, todo ello por el afán de apropiación y movimiento de fronteras. Una vieja Europa afín en cultura, valores, principios e incluso creencias religiosas, que objeto de disparidades políticas y presa de la disfunción de sus políticos, padeció el tormento de enfrentamientos cuasi fraternales.


La forma de hacer la guerra ha ido cambiando sustancialmente a lo largo de la historia. Nada tuvo que ver la II Guerra Mundial con la primera Gran Guerra, al igual que esta última en nada se pareció a las que libraba Napoleón un siglo antes. Pero hay algo que no las diferencia y que por desgracia sigue patente: la aniquilación del otro, del enemigo.


Los tiempos que ahora vivimos son convulsos, y Europa en su conjunto está en el punto de mira. No es una barbaridad aseverar que somos objetivo de un enemigo enmascarado que nos quiere destruir, como pueblo, como civilización y como personas libres. Esto, o bien colonizarnos primero y luego someternos, en el mejor de los casos. Asimismo conviene incidir que, a diferencia de lo sucedido en épocas pretéritas, el enemigo quiere retrotraernos política, cultural y socialmente al pasado, a la Edad Media.


No se trata de un proceso migratorio. Tras el éxodo de esta multitud de personas, quizás manejadas, tal vez manipuladas, pero en su mayoría adoctrinadas, se esconde la incursión de un ejército sin uniforme...


El peligro de esta nueva guerra radica en la invisibilidad de las armas, y por ende del enemigo. No se verán tanques, cañones, ametralladoras, granadas, morteros, ni bombarderos. No se cavarán trincheras, ni caerán bombas y apenas se usarán fusiles y pistolas. Todo ello es lo que la hace si cabe más peligrosa, y ahí radica el riesgo de perderla.


Los europeos llevamos décadas viviendo de manera cómoda, al margen de lo que ocurre en el resto del mundo. Tal vez el miedo por lo sucedido hace tres cuartos de siglo, ha inoculado nuestras conciencias con una falsa doctrina llamada buenismo que nos ciega e impide ver hechos acreditados.


La realidad de lo que nos rodea está ahí. No es preciso utilizar lentes, tan sólo abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor; y por supuesto pensar, dejar de esconder la cabeza debajo del ala y evidenciar la evidencia.


Europa sufre, con todas las consecuencias, una invasión. No se trata de un proceso migratorio. Tras el éxodo de esta multitud de personas, quizás manejadas, tal vez manipuladas, pero en su mayoría adoctrinadas, se esconde la incursión de un ejército sin uniforme dispuesto a defender sus consignas al precio que sea.


Difícil adversario que nos tiene tomada la medida ...porque su superioridad no está en las armas tradicionales sino en el vientre de sus mujeres.


Esta es sin duda la mayor amenaza que Europa haya tenido jamás. Una amenaza que ya es real y palpable. Una amenaza que lleva décadas fraguándose, cocinándose a fuego lento, ya que el enemigo no tiene prisa. Una amenaza que utiliza primorosamente la culpabilidad del otro en beneficio propio, escondiendo falencias bajo su incapacidad y amparando en la indigencia su letalidad.


Difícil adversario que nos tiene tomada la medida. Al que no le será necesario contender mediante el empleo de la fuerza armada, porque su superioridad no está en las armas tradicionales sino en el vientre de sus mujeres.


Ha sido la visión del video, que inserto al final, -uno más, que aún no ha sido censurado- el que me ha empujado a emplear lápiz y papel para expresar mi opinión, que probablemente difiera de la de otros. En cualquier caso, si lo expresado ayuda a que alguien medite sobre lo expuesto, me daré por compensado.


Para finalizar, permitirme que lo haga con una cita del libro más leído hasta ahora:


No tengáis miedo del enemigo visible que atente contra vuestra vida, sino de aquel que de manera sombría y sin aparecer ante vuestros ojos puede matar vuestra alma.


Saludos.


T.McARRON


P.S. Lamentablemente el video ha sido censurado y eliminado de la plataforma de YouTube y de  Vimeo. No obstante, aún puede verse una versión del mismo en https://odysee.com/moderna-y-oscura-invas-de-Europa:d

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