En estos tiempos en que el talento escasea, la mediocridad abunda y el intelecto apenas se usa, es cuando más se debería sentir la pérdida de un genio. Pero por desgracia eso no es así. Aquí y ahora sólo se admira a personajes de la telebasura.
La muerte de Chicho, que así se conocía a Narciso Ibáñez Serrador, debería haber sido portada de cualquier noticiero español. Fue tanto su talento, tanto su buen hacer y tanto lo que la televisión le debe, que la noticia de su muerte merecía haber abierto todos los telediarios.
Sus “Historias para no dormir” hicieron que parte de España se acostara más tarde de lo habitual, mientras que su “Historia de la frivolidad” nos acercaba a esa Europa de los premios. Y, luego, a comienzos de los setenta, su “Un, dos, tres... responda otra vez” convierte la noche de los viernes en un divertimento familiar. Un concurso que sobrevivió al blanco y negro y que se coloró con igual éxito.
Gracias a él “Hablamos de sexo” en televisión, aprendimos a retozarnos con los animales en el “Waku Waku e incluso digerimos excentricidades y extravagancias ante “El semáforo”. Todo esto y mucho más, porque el genio no fue sólo televisivo. También el cine le debe haber dignificado y elevado a categoría el género fantástico y de terror con películas como la “La Residencia”.
La muerte de Chicho, que así se conocía a Narciso Ibáñez Serrador, debería haber sido portada de cualquier noticiero español.
Es cierto que por cuestiones de salud, o tal vez por falta de ganas, hace tiempo que se retiró de los platós. Y aunque sus últimos trabajos datan de principios de este siglo, la verdad es que pasaron con más pena que gloría. Alguien me comentó que ya no se sentía a gusto haciendo televisión. Y probablemente fuera así. A partir de aquel “El semáforo” de 1997, Chicho se cansó. Vaciaron sus ganas y eso dio paso a la inmundicia y a la telebasura: nacían las “Crónicas marcianas” y los grandes marranos inundaban la pequeña pantalla.
Para los más jovencitos: hubo una vez una televisión en blanco y negro que era capaz de mostrar los colores de las cosas con más nitidez que la de ahora.
Gracias Chicho. D.E.P.
Leo Limiste