LA MUERTE TIENE UN PRECIO

Mbappe: Paris-Madrid


Permítaseme apoyar el título de esta entrada en el del excelente western de 1965, dirigido por Sergio Leone y protagonizado por Clint Eastwood, y que llevaba por nombre: “La muerte tenía un precio”. Pero lo que sigue no tiene nada que ver con la película, aunque reconozco que en algo me ha inspirado su argumento. De ahí la similitud del encabezamiento del artículo y el nombre del film.


La avalancha de noticias sobre Mbappe que vienen circulando estas semanas, en especial la última, ha colapsado a las demás. Tanto, que incluso yo, que en esto del futbol soy un simple y esporádico espectador, estoy hablando de ello. Pasan los años, y el ser humano sigue moviéndose, distraído él, por el pan y por el circo. Y, mientras tanto, lo importante se deja de lado. A la gran mayoría poco o nada parece preocuparle que la inflación continúe desbocada, con dos dígitos uno al lado del otro. O que nuestra sanidad, esa que decían era la mejor del mundo, se haya transformado en simple curandería a distancia. Aquí, lo esencial es saber si el futbolista francés deja el Paris Saint-Germain y viene al Madrid. A la hora que esto escribo la cosa no está clara, y puede que al poco de subir el artículo se desenrede la madeja. Es igual, pase lo que pase, no afectará al sentido de lo que escribo.


Desde hace años los deportistas de élite se desenvuelven en un ámbito bien distinto al del resto de mortales, influidos en gran parte por la exaltación que de ellos hace el gentío. Algo que a mí me produce una profunda pena, porque no se trata de admiración, sino de idolatría. Tal vez sean mis convicciones cristianas, pero ver como se venera y adora al hombre, un ser al fin y a la postre material, me entristece. Observar a personas lucir sus instintos más bajos en trifulcas del todo irrelevantes y comprobar como contribuyen a gloriar el estatus de sus ídolos, demuestra lo primitivo que sigue siendo el hombre.


...el futbol hace tiempo que dejó de ser deporte, convirtiéndose en puro espectáculo


Quede claro que no estoy en contra del futbol como deporte. El problema, por así llamarlo, es que el futbol hace tiempo que dejó de ser deporte, convirtiéndose en puro espectáculo. Y si a ello añadimos el furor que genera en los hinchas, el entretenimiento se transforma en una fanática e intransigente ideología. Prueba de ello son el nulo interés que despierta en el seguidor los partidos jugados a puerta cerrada. El forofo, al igual que sucedía en el Coliseo romano, necesita oler a los suyos y pringar al adversario, incluido el árbitro.


Al parecer las presiones para que Mbappe no abandone el club parisino son enormes y de todo tipo, incluidas las de orden político. Y cuando la política entra en juego cualquier cosa puede pasar. Según dicen los que saben, el futbolista ya tiene tomada la decisión, y la hará pública este fin de semana. Pero lo cierto es que este tipo de decisiones, y en mayor medida en este caso, van más allá del propio jugador. Representante, familia, abogados, entes para-deportivos y sobre todo el dinero, el mucho dinero, todo ello juega un papel preponderante.


Sí algo bueno nos aporta este culebrón es la ausencia de puja. Por ello, lo que Mbappe anuncie próximamente tiene para mí un valor añadido. Dado que una de las partes rebosa en la abundancia, me gustará comprobar si el astro francés se inclina por la muerte bañada en oro. Desde esta perspectiva afronto el asunto. Por desgracia, ha sido el dinero el que ha movido la voluntad de los hombres la inmensa mayoría de veces. A pocas horas de saber que ocurrirá hay una cosa que sí tengo clara: la muerte tiene un precio. Y quien tenga dudas que se lo pregunte a Satanás.


Leo Limiste

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