LA REMODELACIÓN DEL GOBIERNO NO MODIFICARÁ LA HOJA DE RUTA QUE SÁNCHEZ TIENE ASIGNADA

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He leído bastantes comentarios acerca del cambio de ministros que Sánchez llevó a cabo en su gobierno el pasado sábado. La mayoría de titulares periodísticos ven con buenos ojos tales cambios, y los comentarios de los lectores, en líneas generales, apoyan esa decisión. Son pocos los que opinan que esto es sólo una capa de pintura sobre un lienzo negro, que acrecienta ese color. Entre esas personas me encuentro yo.


Sánchez es un individuo narcisista; eso, además de otras cosas. Ahora bien, no es un omiso ni un impaciente, y ello le hace doblemente peligroso. Desde su llegada a la jefatura de gobierno ha ido puliendo esos puntos, transformándolos de débiles a fuertes. Sin duda, influenciado por el apadrinamiento que le otorgó Soros en aquella primera visita, en la que también estuvo Josep Borrell, por entonces ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.


Personalmente, pienso que esta crisis de gobierno no cambiará en nada las pretensiones de Sánchez. No esperemos que a partir de ahora se convierta en estadista. Nada de eso. Continuará en sus trece, en el debilitamiento del Estado de derecho y en la pérdida de soberanía de España. Y lo hará, no tanto por convicción, sino por mandato ajeno. O sea, que nadie imagine cambios en la hoja de ruta impuesta desde el exterior.


Estoy persuadido de que de los ministros cesados algunos lo han sido por bocazas y otros por inoperantes. En el primer caso se hallan Calvo, Celaá y Ábalos. Los tres cocidos a fuego lento, pero que encontrarán acomodo en el consejo de administración de alguna empresa colaboracionista. En el segundo caso brillan con luz propia la incapaz González Laya, el desmañado Pedro Duque, el obtuso Juan Carlos Campo y el desconocido Rodríguez Uribes.


Teresa Ribera la punta de lanza de la Agenda 2030 y la que maneja los hilos de la globalización


Pero lo importante no son los que se van, sino los que se quedan. De todos ellos destaca un nombre: Teresa Ribera. Ella es la punta de lanza de la Agenda 2030, y la que maneja los hilos de la globalización que se nos impone. Sólo hace falta echar un vistazo al nombre de su ministerio para salir corriendo: Transición Ecológica y Reto Demográfico.


De los nuevos, resaltan dos nombres, a su vez preocupantes: Félix Bolaños y Pilar LLop. El primero, del que se conoce poco, fue el auténtico promotor de la exhumación de Franco, y el que llegó a manifestar, refiriéndose a Sánchez, que estamos ante "un presidente valiente" y "con ideales". Jugó un papel importante en la negociación con Podemos, y como impulsor de los indultos. A lo anterior no hay que dejar de lado que asume el papel de mano derecha de la presidencia en sustitución de la defenestrada Calvo.


Vamos ahora con Pilar Llop, otra persona de la judicatura que llega a un ministerio, en este caso al de Justicia. A ello cabe sumar su especialización en violencia de género, lo que, tal como andan las cosas, produce bastante preocupación. Basta quedarse con esta frase que aparece en Wikipedia: “jueza y política española”. Una mezcla fatal que demuestra lo lejos que estamos de una autentica separación de poderes. Otro motivo más para salir corriendo.


Dejo a un lado hablar del amparo de Sánchez a los ministros podemitas. A buen seguro que el Presidente se guarda esta bala para más adelante.


En fin, los tiempos para la ópera siguen siendo muy malos, cada vez peor. Por mucho optimismo que uno irradie, cuesta mantener un mínimo de esperanza. Probablemente haya gente que aún crea en prodigios terrenales. En mi caso no, y por ello me encomendaré a la Providencia, a la de arriba.


Leo Limiste

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