A MEDIO PLAZO, MEJOR QUE EL PARTIDO POPULAR DESAPAREZCA

Partido Popular


Hay muchos que creen que la lucha a muerte que se libra en el partido Popular beneficia al PSOE. No voy a contradecir tal aseveración si se refiere al corto plazo, aunque pienso que, en el medio y largo, lo que le ocurre al partido de la gaviota es bueno para la democracia. Incluso una bendición, si ello contribuye a que el PP desaparezca.


¡Ya está este diciendo tonterías!, pensará mas de uno. Bueno, como eso puede darse, intentaré explicarme para quienes así lo interpreten, y lo haré de manera rápida.


Uno, un Estado democrático no se entiende sin que haya una oposición a quien gobierna. En consecuencia, la existencia de un partido que haga bien este trabajo resulta vital. Dos, la oposición ha de ser firme, tanto en su ideología como en sus postulados. Tres, esa misma oposición tiene la obligación de ser fiel a sus principios y promesas una vez llega al poder.


Dicho esto, ¿alguien, que no sea mero fanático, puede mantener que el PP ha ejercido correctamente ese papel? ¿Alguien, que no sea mero mamporrero, puede negar que se han incumplido, una tras otra, todas las promesas electorales? La verdad es que no.


Demos un ligero repaso a lo acontecido. Y para no hacerlo pesado, revisemos desde la época de Zapatero hasta nuestros días.


En los casi ocho años que duró la travesía de oposición, podemos hablar de dos etapas: la primera, con un PP de liderazgo mindundi y lastrado por los hechos del 11-M, pero ilusionado en volver a recuperar el poder; la segunda, con un PP amoldado a su capataz y acomodado en la oposición, sin ganas de ganar la batalla de las ideas, y esperando el día en el que pase el cadáver de su oponente.


Casado tuvo la desfachatez de convertirse, a plena luz del día, en fiel aliado del gobierno


Al final, sin mover un dedo, recibe el apoyo mayoritario de la gente, harta de ver cómo se diluía social y económicamente su futuro. Cierto, la situación era crítica, y debido a ello la ciudadanía decide cambiar de “jefe”. También es cierto que la oposición debía conocer el estado y gravedad de la situación. Porque si no lo sabía, peor, ya que demuestra la inanidad de una oposición a la que poco o nada le importa lo que sucede, más allá de que ello puede beneficiarle. Por ello, no es aceptable ningún pretexto que excuse su proceder en los años de gobierno. Además, el PP no sólo nos perjudicó en lo económico, me refiero al hachazo fiscal y otros, también en lo político. Simple y llanamente, hicieron trampa y nos engañaron.


Y después, tras las copas de despedida de Rajoy, el “nuevo” PP volvió a engañar a quienes aún creían en él como partido de oposición. Su nuevo líder, que a semejanza del anterior luce barba, se comportará de manera idéntica a aquel. En momentos cruciales, como fue el segundo trimestre de 2020, se arrodilló y aplaudió todo el desaguisado que el gobierno propuso y llevó adelante. Y no le bastó con eso, meses más tarde Casado tuvo la desfachatez de convertirse, a plena luz del día, en fiel aliado del gobierno. A la historia pasará su ataque feroz y sinsentido a quien presentó y defendía una moción de censura. Una acción que le envilece por cuanto la acometida la refirió al aspecto personal.


Mantengo el titular. Lo que en él expreso no es locura, ni tan siquiera arrebato. El hecho de que un partido como el PP desaparezca es señal de grandeza para la democracia, y además demuestra mayoría de edad en los electores. Así ha pasado en otros países y con otros partidos. La dispersión de la otrora poderosa Democracia Cristiana en Europa es un buen ejemplo de ello. Y como este caso hay otros.


Y es que llega un momento en el que el aparato de los partidos, al igual que la grasa, tiende a convertirse en una carga para la sociedad. Un lastre que, adherido a las paredes, cercena la circulación y mata al organismo.


Leo Limiste

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